Que la experiencia del desempleo es difícil, para la mayoría, no es ninguna novedad. Sobre todo pensamos en las dificultades económicas, pero más allá del ámbito económico, el trabajo cubre otra serie de necesidades importantes para nuestra salud mental. Esto hace que experimentemos una serie de carencias que conviene conocer y entender para poder actuar sobre ellas y no dejarnos arrastrar a un estado de ánimo negativo e incluso destructivo.
¿Qué aporta un trabajo a nuestra estabilidad emocional? ¿Por qué es tan duro estar desempleado?
Uno de los primeros puntos que me viene a la cabeza es la necesidad de sentirnos útiles. Necesitamos crear, producir, sentirnos valiosos; es curioso como depositamos nuestro valor en lo que hacemos más que en lo que somos como personas, por eso nos exigimos tanto y tenemos tanta necesidad de hacer y hacer cosas, conseguir resultados, cumplir expectativas. Nos han enseñado a esto desde pequeños, nuestra educación (colegio, familia, sociedad), en gran parte, se basa en recompensar resultados o acciones, es menos frecuente que se recompensen actitudes, habilidades, inteligencia emocional, etc.
Como resultado, necesitamos llenar nuestra vida de acción, incluso, a veces, llegamos a pensar que si no nos sentimos un poco estresados es que no estamos haciendo lo suficiente, y nos exigimos cada vez más, ¡ojo! no digo que no haya que tener ambición, se trata de establecer equilibrio y unas prioridades que, como ser humano, te aporten calma y paz.
Y con esto llegamos a otra necesidad que perdemos al perder el empleo, las recompensas, necesitamos recompensas. Si hay un ámbito que funciona con continuas recompensas es el trabajo: promociones, aumentos de sueldo, bonus, días de vacaciones, felicitaciones, admiración de los compañeros, etc., nos acostumbramos tanto a las recompensas del exterior que dependemos de ellas y, que, cuando nos falta creemos que hemos perdido valor. ¿Cuántas veces pasa que crees que has hecho un buen trabajo, pero que al no recibir el feedback externo, que te lo confirme, comienzas a dudar de ti mismo?, en lugar de premiarte y hablarte en tono positivo pones en duda tu desempeño y cambias tu estado de ánimo.
Retomando el tema de sentirse útiles, como seres sociales que formamos parte de una comunidad, de una sociedad, que se mantiene gracias a las aportaciones de cada uno y, en cierta forma, sentimos esa presión del entorno a ser productivo a “contribuir con el sistema” para no sentirnos fuera, necesitamos pertenecer, sentir que formamos parte de algo, sentir que formamos parte activa de la sociedad en la que vivimos y, a escala más pequeña, necesitamos sentirnos parte de un grupo, trabajar en una empresa, dentro de un departamento, en un equipo de trabajo; nos cubre esa necesidad de pertenencia, ¿qué ocurre cuando nos despiden? Que dejamos de pertenecer, dejamos un entorno en el que hemos desarrollado lazos, relaciones, rutinas, vínculos, hemos establecido toda una identidad que ha pasado a formar parte de nuestra persona, por eso es tan traumático cuando, sin previo aviso, sin periodo de adaptación se rompe esta identidad y esta pertenencia, es como perder una parte de uno mismo (algo parecido ocurre cuando una relación de pareja se rompe después de muchos años juntos, amigos en común, hobbies en común, organización de la vida juntos, hijos, estilo de vida, planes de futuro), nos sentimos incompletos porque hemos dejado que algo externo a nosotros forme parte de nuestra identidad, lo cual no es real, somos seres completos con independencia de nuestra situación.
Nos apegamos a todo un sistema que hemos colocado en el centro de nuestra vida. ¿Te has dado cuenta de que organizamos nuestra vida entorno a nuestro trabajo? Todo gira en torno al trabajo, al enfrentarnos a esta pérdida nos hace sufrir, no es fácil dejar ir, despedirse y, mucho menos, cuando lo que dejas es la parte a la que has estado priorizando durante tanto tiempo.
Hace poco tuve que enfrentarme a la tarea de revisar mi armario (para mí una tarea de las más tediosas) para deshacerme de cosas que no necesito o que no he usado en años y, hasta en este caso, experimenté un sentimiento de resistencia, es curioso cómo nos cuesta deshacernos de cosas aunque esto sirva para dejar sitio y tiempo para otras nuevas. La resistencia al cambio, tan natural, tan humana, nos hace sentir inseguros y llegamos a otra necesidad, la necesidad de seguridad.
La conocido, lo familiar, lo rutinario, nos hace sentir seguros. Saber que va a ocurrir de antemano nos da tranquilidad, saber que al llegar al trabajo veré a Pepe, que bajaré a tomar un café con Antonio, que iré a comer a las 14: 15, que recibiré la nómina sobre el 27 de cada mes, que a las 18:00 me iré a casa y, así, día tras día., ¿Qué pasa en nosotros cuando todo se vuelve incertidumbre? Que no es fácil de gestionar, que nuestro mundo se tambalea, realmente esa sensación de seguridad no era tan real, pero nos apegamos a ella porque necesitamos creer que hay algo estable sobre lo que construir nuestra vida, en realidad tu nivel de empleabilidad es lo que te puede aportar cierta estabilidad, lo externo, lo que se escapa de tu responsabilidad (contrato indefinido, puesto de responsabilidad, antigüedad, etc.), difícilmente te dará un estabilidad real. Es muy curioso, cuando pregunto en las entrevistas de trabajo “¿Qué tipo de trabajo buscas? ¿Qué quieres de un trabajo?”, te puedes imaginar cual es la respuesta mayoritaria “busco algo estable”. Seguimos pidiéndole al mercado laboral, tan cambiante, algo que difícilmente puede darnos.
Si he conseguido que reflexiones un poco y saques algunas conclusiones, me doy por contento, mucha fuerza.
¿Cómo has viviendo el periodo de desempleo?
2 comentarios
Hola José!
Este post me ha ayudado a entender mejor mis actitudes cuando estuve en paro. Tu blog me ayuda muchas veces, así que voy a compartir un poquito de mi experiencia.
Estuve en paro unos tres años, y en un primer momento pensé «tierra, ¡trágame!»; me rebelé y esperaba que viniera «alguien» a reponerme lo que había perdido. Me identifico con haber tenido esas sensaciones de inutilidad e inseguridad, y me doy cuenta de lo dependiente que llego a ser de las recompensas que me llegan de fuera. Después de la rebelión vino la resignación, no era capaz de darme cuenta de que estaba en mis manos cubrir todas esas necesidades de las que hablas. En paro, y si esa situación se alarga, empiezas a sentirte olvidado, destacaría que te sientes muy solo. (Hablamos mucho pero empatizamos poco). Y si has llegado a una situación de bloqueo, como me ocurrió a mí, quieres que alguien te ayude, pero no sabes bien por dónde empezar.
El cambio de actitud es darte cuenta de que eres tú el primero que tiene que acudir en tu ayuda. Desde ahí, también irás encontrándote a personas y situaciones que te ayuden. (Yo encontré a José, que me está ayudando muchísimo en un proceso de coaching, por ejemplo – ¡Gracias!-).
Ahora me doy cuenta de que en mi tiempo de paro nunca estuve «parada»: estudié una oposición, dí clases… La clave está en cambiar la manera en la que te hablas y te percibes, en hacer por mejorar tu empleabilidad, en pensar que no es un tiempo de fracaso sino de inversión.
Y, muy importante, cuidar las relaciones personales y sociales, no encerrarse en casa por estar desanimado -en mi caso también me pasaba que no me sentía merecedora de tiempo de ocio, porque no me lo «ganaba»-, precisamente para que esa necesidad de pertenencia no la cubra únicamente el trabajo. Eso sí, siendo firmes y sabiendo poner límites, porque parece que si estás en paro, como tienes más tiempo, te llueven todo tipo de encargos, favores y otros marrones -perdón por la expresión- y dejas de dedicarte a lo que de verdad quieres y necesitas.
Desde aquí mando mucha fuerza y ánimo a quienes estéis pasando por un periodo de desempleo, y os animo a que os cuidéis y os dediquéis a invertir y mejorar para encontrar el empleo (por cuenta propia o ajena) que os permita seguir adelante con vuestros proyectos.
Gracias por el post, José!
Un abrazo
Hola Vicky,
Gracias por tus palabras y por compartir tu experiencia personal con todos los lectores, has enriquecido el artículo.
Un abrazo