En esta ocasión vamos a publicar un artículo, un poco diferente a la línea editorial habitual, es algo diferente porque vamos a tratar de crecimiento personal y autoconocimiento, pero son ámbitos muy cercanos al coaching, por lo que no nos salimos de nuestra área de expertice.
He querido escribir sobre autoconocimiento y desarrollo personal porque, personalmente, creo que ahora es un buen momento para hacerlo, siempre es un buen momento para crecer y conocerse mejor, quizás ahora pueda parecer que se dan más las circunstancias que invitan a hacerlo, es tiempo de recogimiento, de reflexión, de mirar dentro y dedicar tiempo a estar con nosotros mismos, para que transitar estas circunstancias tan excepcionales nos aporte algo nuevo, que salgamos un poco transformados, un poco más conscientes y con más paz interior.
La guía que vas leer a continuación, no deja de ser una guía personal, la idea inicial era hacer una guía de crecimiento personal para mí mismo, se trata de una guía muy sencilla, de introducción al autoconocimiento y al desarrollo personal. Como te decía, este contenido, lo he recopilado para mí mismo, para aprovechar este momento tan excepcional, tan único e insólito, esta tregua de nuestras ajetreadas realidades, para dedicarlo a algo tan fundamental como conocerse más a uno mismo, buscar ese equilibrio interior y volver a conectar con nuestra naturaleza más íntima. Y he pensado que sería buena idea compartirla al público por si puede servir de estímulo y ayuda para todos aquellos que están en un camino de búsqueda de sentido de sí mismo y de la existencia.
Esta breve guía de crecimiento personal está basada y recopilada de las enseñanzas de Antonio Blay, psicólogo y espiritualista que descubrí recientemente, cuyo mensaje directo y sin atajos, resuena y estimula el proceso de autorrealización.
Cuanto más consciente seas de ti mismo (de tu potencial) mayor libertad de respuesta ante los estímulos del exterior. Cuanto menos consciente de tu potencial, más mecánica será tu respuesta. La plenitud duradera se da cuando alcanzamos el desarrollo/actualización del propio potencial.
En esta pequeña guía se compone de una exposición de argumentos sobre cómo los aspectos externos nos van moldeando, apartándonos de nuestra naturaleza, por qué nos sentimos vacíos y algunas prácticas para reconectar con nosotros mismos como seres plenos.
Infancia y edad adulta
Los seres humanos nacemos con una base de cualidades y potencialidades esenciales e inherentes que forman parte de nuestra naturaleza y no depende del exterior. Nuestro fondo natural se conforma a base de energía (proceso energéticos físicos y psicológicos), inteligencia (capacidad de procesar información, analizar, etc.) y la afectividad (la capacidad de amar y sentir).
Y del exterior recibimos los estímulos, estímulos de supervivencia (alimentación, seguridad, etc.), fuentes de conocimiento e información y estímulos afectivos.
El niño recibe inputs de familiares, profesores y sociedad en general, pero no sólo aprende, sino que da por bueno lo que recibe del exterior, lo considera la verdad. Además, tiene una gran necesidad de estímulos afectivos, necesitamos sentirnos aceptados y amados, su necesidad de recibir el amor de su entorno los hace seres más sensibles a los factores externos, frente a su propia esencia, su propia autenticidad y su potencialidad.
El pequeño aprende que si actúa acorde a lo que el exterior considera adecuado se le sonríe, recibe refuerzo, recompensas, cariño, felicitaciones, sin embargo, cuando actúa fuera del modelo de lo correcto, recibe enfados, malas caras, gritos y reprimendas. Se valora al niño en la medida que cumple con un modelo, no se le valora por hecho de SER auténtico, sino que se valora por su MODO de SER, el modo de ser no es la identidad central del niño, es una identidad ficticia aceptada y adaptada para complacer las demandas del exterior y recibir aceptación y amor.
No sólo es medido en función de un modelo, además, es juzgado frente al modelo (no se juzgan los actos en relación al modelo, se le juzga a él), ese juicio muchas veces llega en forma de expectativas de los mayores (“tú has de ser: amable, obediente, estudioso, listo, comunicativo, etc.) y condicionan su afecto y valoración del niño a este cumplimiento.
Si te fijas es frecuente oír frases del tipo: “eres un niño malo”, “eres un poco torpe”, “es un poco baguete” , “es muy tímido” todas ellas frases que atacan al SER, en lugar de atacar el acto, son los actos los que deben ser reprobados. Que un niño pegue o muerda no le convierte en malo; que a un niño no se le dé bien jugar a fútbol no lo convierte en torpe ;que un niño saque una mala nota en lengua no le convierte en vago o tonto, son nuestras expectativas sobre el modo en que queremos que sean nuestros hijos los que hacen que veamos maldad en lo que es un acto instintivo porque aún no ha desarrollado los mecanismos de comunicación, o que veamos a un niño tonto o vago donde hay un niño con capacidades para otras materias, etc.
Reforzar demasiado al pequeño (los niños mimados) se les hace creer que son lo más importante, que todos estamos a su servicio, en este caso tendrá problemas con este yo idea que se les han hecho creer, tendrá una tendencia despótica y, después, saldrá a la realidad y la gente no le hará el mismo caso, sentirá el rechazo y vivirá la amargura de no ser reconocido por los otros y tendrá tantos o más problemas que el otro, que parte de un yo idea negativo “tú no vales”.
De esta forma el niño se va haciendo una idea de sí mismo. Recordemos, que el niño tenderá a aceptar por buenos estos modelos e identidades impuestas por su entorno más cercano, tenemos que tener en cuenta que el niño es un ser muy delicado, en desarrollo, construyendo su propia identidad, sin apenas referencias ni recursos para discernir lo sano de lo insano y que por tanto dará por bueno y aceptará como la verdad aquella que le sea dada por su entorno más cercano, sobre todo por sus figuras de apego y de referencia.
El niño comenzará a buscar en el exterior los estímulos que le hacen sentir feliz, que le hacen sentir seguro, aceptado, amado. De esta forma el niño va acallando su ser central, desconectándose de su fondo natural, donde están sus capacidades, su potencial. Convirtiéndose en un eco de lo exterior, quedando inactiva su capacidad de respuesta auténtica, por eso dependemos tanto de lo exterior (si me dicen que soy listo, me siento feliz; si me dicen que soy tonto, me siento mal).
Comenzamos a vivir como un robot programado que responde según lo aprendido, mismas respuestas ante mismos estímulos, por eso la vida se convierte en una lucha constante para buscar los estímulos positivos y huir de los negativos para poder vivir de forma más satisfactoriamente. Vivimos una estrategia constante para buscar aquello que produce resonancia positiva y huir de la negativa, para ello manipulo el exterior y soy manipulado.
Comenzamos a interiorizar cada vez más al personaje, desarrollamos hábitos, creencias que damos por verdaderas, comportamientos y condicionamientos adquiridos que refuerzan cada vez más el personaje que hemos creado por imposición del exterior. De tal forma que ante algo desagradable siempre actuaremos con las mismas respuestas, de igual modo ante lo positivo, responderemos con respuestas mecánicas.
De esta forma, el niño va acallando su ser central, desconectándose de su fondo natural, donde están sus capacidades, su potencial, para darle más fuerza al modo de ser adquirido desde el exterior y empezar a vivir desde la fachada, desde un personaje con el que se llegará a identificar tanto que creerá que es el mismo, comenzará a ver la realidad y a los demás desde el personaje. De esta manera, se asegura el afecto del exterior y exigirá al exterior felicidad, seguridad, le de certezas, perdiendo esa naturalidad, espontaneidad y autenticidad (que tan especiales hace a los niños y tanta gracia hace a los adultos) poco a poco.
Pero ¿qué ocurre cuando el exterior no responde según lo esperado?, resulta que a veces el niño se comporta bien, sigue el modelo, pero no recibe del exterior la respuesta que esperaba. Al niño al que de pequeño se le ha hecho callar (“tú te callas que eres muy pequeño”, “tú te callas que están hablando los mayores”), el mensaje que recibe es el de ¡tú no cuentas!, cuanto menos se note su presencia mejor, pero llega a una edad adulta donde se le demanda todo lo contrario: que aporte, que contribuya, que opine, que actué. O al niño que se le ha hecho creer que es el mejor y al llegar a la edad adulta recibe indiferencia del resto. O el niño que siempre ha tenido un comportamiento ejemplar y resulta que en la sociedad no le responde con aceptación o estímulos positivos que esperaba.
Se ha desconectado de su ser natural para asegurarse el afecto del exterior, pero ¿qué ocurre cuando no recibe del exterior seguridad, amor, certeza…? el niño se encuentra sin soporte central ni soporte exterior, se encuentra solo, aislado, en estado de angustia existencias. Pensaba que siendo bueno, le querrían, pero esto no basta, lo que le hacía sentirse seguro le ha fallado, creando impotencia y angustia de identidad, ¿quién soy?, ¿qué he de ser?
Ante esta angustia, el niño puede reaccionar de varias formas:
El niño puede pensar, <<no me quieren porque no soy suficientemente bueno>>, se obliga a ser siempre totalmente bueno, se le da una falsa esperanza. Cuando no siga este modelo, vendrá la angustia y el remordimiento cuando no cumple el modelo de “ser bueno”.
Puede que el niño no siga el modelo de ser bueno, y reaccione al revés, <<he intentado ser bueno, pero me han fallado, protesto y me revelo>>. Cuando vive la protesta, la rebeldía, su angustia disminuye, es un modo de afirmarse y sentirse fuerte.
Otra forma de reaccionar a esta angustia es cerrarse al exterior, <<no se puede confiar en el exterior, yo me retiro>>, este niño se aísla ya no intenta conseguir afecto, aceptación, sigue adelante, pero le falta la ilusión, el contacto y se afana en una productividad u otra.
En el aspecto afectivo, esta angustia deriva en una exigencia de que alguien nos quiera, puede que al grupo de amigos le exijamos compromiso y fidelidad, como válvula de seguridad para tener un mínimo de comprensión y afecto, esto se vivirá después como simulacro del amor, se confundirá con el amor. Yo quiero mucho, pero realmente lo que quiero es que me quieran, no quiero a las personas por ellas mismas, quiero su amor; si la persona que quiero me falla, ese amor se convierte en resentimiento, odio, reproche, esto significa que no quería realmente, sólo quería su afecto, cuando le falla resurge esa angustia, este es el amor infantil, amor egocéntrico porque nos hace sentir bien, es una forma de querernos, pero a través de otros, por eso si nos falla nos sentimos desamparados. El amor real es querer el bien del otro, que haya demanda de reciprocidad es normal, pero a veces lo que se genera es una exigencia al otro para que nos dé, y si no nos da, nos sentimos vacíos, carentes.
En el aspecto energía, la angustia de impotencia, genera la necesidad de afirmarnos como personas fuertes, pero cómo podemos ser fuertes si nos vivimos como desgraciados, sólo hay un modo, hacerlo imaginativamente, usamos nuestra mente y nuestra imaginación para vivirnos como personas fuertes y huir de la angustia de vernos débiles, soñamos con venganzas, soñamos con llegar a ser una persona fuerte, usamos, también, la mente para minimizar al otro, negamos su valor para ponernos por encima, juzgándolo, de ahí la necesidad de juzgar y criticar tanto, cuanto peor nos sentimos, más necesidad de juzgar y condenar. Esto hace que constantemente tengamos una actitud de juicio, nos mantiene con una sensación de ser más fuertes, más coherentes que los otros.
Yo Idea y Yo Ideal
Tras este proceso en que el niño que de forma natural es un fondo o potencial de amor, energía, felicidad, inteligencia y que debería ir desarrollándolo a lo largo de la vida, tras recibir del exterior un modelo de cómo debe ser para conseguir afecto y valoración, se va formando una identidad, un modo de ser ficticio que nunca llegará a satisfacer las exigencias del exterior, al que llamaremos YO IDEA.
El Yo Idea, siempre va a venir pequeño, << nunca voy a ser lo suficientemente listo o valiente>>, etc., de ahí se construye un modelo ideal, de la necesidad de crear un proyecto de nosotros mismo, <<llegaré a ser fuerte, valiente>>. El yo idea, genera un yo ideal. La misma fuerza con la que vivimos el yo idea, nos adherimos al yo ideal. El modelo ideal es siempre inverso: soy tonto pues llegaré a ser listo, soy mediocre llegaré a ser exitoso, soy tímido llegaré a ser el alma de la fiesta.
Toda nuestra vida estará orientada, inconsciente, a alcanzar este YO IDEAL para ser plenamente feliz.
Lo que creemos ser en nuestra infancia y que ha generado un ideal, se convierte en el sentido de nuestra existencia (querremos ser importantes en la medida que no nos sentimos importantes, querremos ser fuertes en la medida que en nuestro interior nos seguimos sintiendo débil).
El hecho de que siempre queramos llegar a algo que nos complete, hace que cada momento respondamos de un modo y no de otro, estilo propio y personal. Lo que vivimos y está en consonancia con nuestro YO IDEAL, nos ilusiona, lo veremos como bueno y satisfactorio y, al contrario, cuando lo que vivimos y no nos acerca al YO IDEAL nos deprime. La vida no se ve tal y como es, sino como tal y como se puede ver desde el personaje y este es el argumento secreto de cada existencia.
Sin embargo, cuando vivimos desde la esencia y crecemos de forma natural, no existe esa exaltación cuando progreso ni esa depresión cuando no progreso, es la forma de saber si vivimos desde el personaje o desde la esencia.
Todo es una unidad, toda existencia, y el ser humano también lo es, es una unidad con todo lo existente y una unidad en sí mismo, cuando rompe su unidad al desconectar de su fondo natural para llegar a ser esa persona ideal, controlando su comportamiento para que sólo salga lo que está de acuerdo con el modelo ideal, de esta forma se van generando una serie de materiales, ideas, creencias, impulsos, emociones, etc. reprimidas, que no permitimos que salgan (cuando salen nos sentimos culpable) porque se oponen al modelo ideal y se va formando el inconsciente personal, ahí tenemos otra rotura de la unidad, lo que aceptamos conscientemente y lo que rechazamos (una dualidad de fondo y forma y, otra, dualidad entre aceptado y rechazado).
El inconsciente se forma cada vez que el niño rechaza una parte de la realidad concreta. Cada vez que te dicen algo desagradable que no quieres vivir, la mente hace que no queramos saber nada de esto y lo saca del campo de consciencia actual. No solo se rechaza la realidad exterior, también aspectos que salen de dentro, rechazamos algunos de nuestros propios impulsos, emociones, etc., porque no están en línea con el yo ideal. Formando un inconsciente con todo lo reprimido por un proceso de censura, puesto que va en contra de lo que los demás quieren de nosotros o del modelo que nosotros tenemos de nosotros mismos. Cuanto más exige el modelo (Ejemplo: padres severos y autoritarios), mayor represión y mayor tensión produce. Tratar de controlar una parte de nuestra mente, energía o emociones, produce el estado de tensión permanente en el que vivimos.
Hasta que no se suelte todo, no tendremos la visión libre, para percibir las cosas y a nosotros mismo tal y como son. La realidad será vivida desde el personaje, si nos vivimos como poca cosa juzgaremos a los demás en virtud de si son mucha o poco cosa, nos sentiremos mejor/peor con determinada persona, veremos la vida como oportunidad o sufrimiento. Ley de afinidad y atracción, cada persona vivirá y atraerá las mismas situaciones una y otra vez, hasta que no cambie su modo de ver y verse.
Toda idea (creencia) que se acepta, sigue actuando como consigna en toda nuestra realidad y hará que se vea el mundo en función de esta consigna y responder en función de esto. Si nos han hecho creer que somos poca cosa, nos pasaremos toda la vida jugando a ser muchas cosas, pero estaremos una y otra vez fallando y sintiéndonos poca cosa, y aunque lleguemos a conseguir grandes resultados seguirá saliendo el yo soy poca cosa.
La gente cree que vive la realidad, pero vive sus ideas, sus interpretaciones, vive en un mundo de creencias y vive todo en función de esto. Cuando interpreta que algo es un peligro para su Yo Ideal, surge el miedo por la posibilidad de una crítica, de un rechazo, de un abandono, todo esto está activando el miedo, que tiende a hacer que la persona huya o ataque. Todo el mundo parece estar en pie de guerra, surge esa necesidad de defenderse.
PRÁCTICAS Y EJERCICIOS DE AUTOCONOCIMIENTO Y TOMA DE CONSCIENCIA
Los ejercicios que se proponen a continuación tienen el objetivo de transitar nuestra infancia, redescubrir cómo fue nuestra infancia, cómo se fue creando el personaje que creemos ser, reconstruir la base natural que conforma nuestro fondo. Descubrir nuestro personaje, conocerlo mejor, entenderlo, aceptarlo, quererlo para finalmente transcenderlo para buscar un vivir más consiente, pleno y auténtico.
No se puede forzar el cambio, es necesario calma y paciencia, el trabajo consiste en darse cuenta. Si lo que se quiere es cambiar y conseguir esto o lo otro, estarías volviendo a construir un nuevo superpersonaje, un ser perfecto.
1. Revisión de la Infancia. Siéntate tranquilo y reflexiona ¿Qué te hacía feliz y qué desgraciado? Hacer listados por escrito.
2. Analizar qué cosas no soportas, qué te suele molestar (comentarios, actitudes, situaciones, palabras, etc.).
– ¿Qué te produce más enfado, miedo, depresión?, ¿qué no puedes soportar?
– ¿Qué tipo de personas te parecen más insoportables? Y ¿Qué tipo de personas admiras?
3. Trabajo de ser más conscientes. Estar atento, presente y consciente en el día a día (tanto en situaciones agradables como desagradables), estar pendiente de lo que te pasa, observar los condicionamientos para trascenderlos (darse cuenta del personaje que representas, los hábitos adquiridos, las respuestas automáticas, al darnos cuenta del personaje, podemos ir soltando poco a poco lo falso y dejar lo auténtico, este es un trabajo, lento, diario y a largo plazo.
– Elaborar un listado con nuestros automatismos, hábitos, respuestas automáticas ante situaciones cotidianas y habituales que se suelen repetir. Para comenzar a darnos cuenta de cómo actúa el personaje.
– Ver que te hace sufrir, ahí se descubre que hace falta desarrollar. Ver que situaciones se suelen repetir en la vida.
– Crear nuevas respuestas a situaciones. Ante las situaciones, actuar proactivamente y desarrollar respuestas diferentes a las habituales.
4. Siéntate cómodamente en sitio tranquilo y escribe, qué es lo que más te gustaría llegar a realizar, llegar a vivir, llegar a sentir, llegar a tener y escribir todo lo que venga sin censura sin límites (poner por escrito el yo ideal), sin hacerse trampa. Y hacer una lista, conviene hacer la lista en días diferentes (saldrán cosas diferentes), se verán unas constantes después de hacerlo varías veces (ordenar el listado por orden de importancia).
Mirar con claridad nuestra lista, y ver que si queremos tanto esto es porque ahora estamos viviendo lo contrario (yo idea) y ver si este yo idea encaja con nuestros recuerdos de la primera infancia. Si el personaje que deriva de esto (“no soy querido y quiero llegar a ser amado”, por ejemplo), el personaje que se corresponde con este juego encaja con mi observación actual de mi vida. Las tres cosas deben formar una unidad (yo idea original, el personaje que vivo día a día y el yo ideal). Todos son pistas, ayudas para descubrir el personaje, son meses y meses de trabajo sin prisa.
Cuando se descubre el personaje o algunas características del personaje, requiere que nosotros en la vida diaria dediquemos una atención particular a este personaje, sin querer modificarlo, se trata de descubrir lo que está funcionando, y poco a poco iré descubriendo raíces, hasta que poco a poco tenga una visión unitaria de todo lo que estamos viviendo o creyendo que somos. Cuando veamos completamente este personaje, nos daremos cuenta de que es un rol, que no soy yo. Se ve que la vida se ha vivido como un drama de un personaje. Uno ama mucho al personaje, por lo tanto, hay que comprenderlo, aceptarlo sin rechazarlo sin querer cambiarlo. Si queremos cambiar, caeremos en un error, porque al querer cambiarlo estaremos intentado cambiar un personaje por otro personaje.
Con la lista, por ejemplo, si se ven que las 3 primeras cosas que son: llegar a sentirme muy inteligente, importante, capaz, que despierte la admiración de todo el mundo. Segundo llegar a ser muy feliz porque todo me quieren, soy irresistible porque soy muy algo (bueno, interesante…) y el Tercero es llegar a ser muy fuerte, muy poderoso (siempre para bien). Si uno tiene este trio (es usual) dedicaros unas sesiones con calma, estando solos a imaginar que esto que estamos deseando se realiza temporalmente, imaginar muy conscientemente que los demás se quedan fascinados al vernos y que con una palabra resolvemos todo, que nos quieren con locura, imaginarlo, pero viviendo esta situación dramatizándola, es decir, dándole vida, dando una realidad verbal a este sueño, formulando con palabras las situaciones, formulando con palabras lo que nos dicen los demás y lo que digo yo (dramatizar), convertir el juego en realidad en la mente, y ver cómo nos sentimos ante esta situación, si lo hago bien llegaré a sentir mucha felicidad, plenitud, claridad, fuerza, y ver que esto está en mí ya, que soy yo. Lo artificial es la idea de llegar a ser importante, pero la aspiración a la plenitud, libertad, claridad es genuina (es lo que soy). Realizar este ejercicio del yo ideal es una forma de actualizar eso, soltando la idea particular (una cosa es la idea y la otra cómo nos hace sentir) Ej. La idea de ser listo, me hace sentir pleno genuino, este sentimiento es verdad, pero la idea de listo no. Yo soy la cualidad, pero no tiene nada que ver con la idea adquirida que ha servido de soporte. Y obligarnos a dar expresión en nuestra vida diaria a estos sentimientos, actualización de algo que no vivíamos conscientemente, vivirlo conscientemente a través de nuestra actividad, expresión, en nuestra forma de hablar de andar, trabajar, hacer nuestra vida desde esa plenitud, para obligarnos a actualizar esas cualidades, en el yo experiencia.
Detrás del yo idea, se esconde una gran verdad, la idea que se nos da de nosotros no encaja con la plenitud intuimos, por eso la sentimos como limitativa y surge la demanda de un ideal, porque es la exigencia de mi fondo, pero de momento esa plenitud la busco a través de la idea y no a través del ser.
5. Reeducar el inconsciente.
El inconsciente es como nuestra personalidad infantil, ha aceptado ideas modos y sobre estas ideas se van agregando otras que se van actuando en nuestro fondo. Podemos hablar de tiempo cuando éramos pequeños, o de profundidad psicológica (presente), son dos modos de hablar de lo mismo. Por eso el trabajo se puede hacer en términos de tiempo (pasado) o de presente, el trabajo consiste en que, en el momento en que tengamos la consciencia adulta relajada, cuando estamos descansando, descansado, nuestra mente actual está tranquila, es cuando hay mayor acceso a las zonas profundas y, entonces, manteniendo ese estado profundo y dirigiéndose al aspecto profundo o al infantil, entonces hablarle a nuestro niño interior y decirle lo que es la verdad, “mira tú no eres ese niño que crees ser y que se vive de esa manera desgraciada, enfadada, triste … lo que eres es un foco inmenso de energía, de cualidades, de felicidad y amor”. La vida es aprender a responder desde esa inmensidad de inteligencia, amor y energía. Responder a las situaciones de la vida, actualizando, poniendo en marcha esa inteligencia, amor y energía.
Se trata de ir diciéndole a nuestro niño interior, esto con calma, claridad y sinceridad, que es lo que diríamos a un niño pequeño que se preocupa por sus problemas y que queremos que vea algo nuevo y no sólo vea la parte externa, tomada de ideas del exterior, que la mente aprenda a abrirse a ese fondo, y permita que ese fondo salga. Repetir esto una y otra vez con calma, sin grandes argumentos, no es necesario convencer, sólo mostrar la verdad de una forma simple y clara, una y otra vez (repetir ejercicio con frecuencia, puede ser entre 5 y 10 minutos cada vez).
Otro paso, sería evoca (revivir) situaciones pasadas (puedes empezar con las desagradables, pero también hay que hacerlo con las agradables) pero, evocando sensaciones, emociones, sentimientos (el inconsciente lo entiende mejor).
En otro paso, imaginar al niño respondiendo a esas mismas situaciones de la infancia, pero viviendo como fondo, ¿cuál sería la respuesta a las situaciones si te vivieras desde mi fondo?
*Es mejor hacerlo y decirlo a media voz (estando solo), pensandolo no es tan efectivo.
Se trata de instruir la mente infantil, todavía presente.
Este trabajo es necesario hacerlo incansablemente, meses de trabajo diario. Busca un estado de relajación profunda y consciente.
Aunque no haya problemas, la reeducación se debe hacer igual, porque la mente infantil está viviendo sobre premisas erróneas, y se trata de reeducar no de resolver problemas puntuales.
6. Liquidar cuestiones pendientes.
En muchas ocasiones nos quedamos atrapados en situaciones, no acabamos de darlas por cerradas y se van acumulando en nuestro inconsciente. Si te fijas en un niño pequeño (antes de los dos o tres años) te darás cuenta que puede pelearse con otro niño, ante esta situación el pequeño resuelve la situación como mejor sabe, hay una entrada y una salida, el niño lo da por cerrado y sigue adelante, volverá a encontrarse con ese niño a los 10 minutos y partirá de cero, no tendrá el lastre de la situación anterior inconclusa, para él está cerrado y puede jugar con el otro niño o darle un abrazo (esto ocurre tanto en situaciones agradables como desagradables). La situación no deja residuo en él.
A los adultos no nos ocurre esto, y nos quedamos atados y encerrados en las circunstancias y situaciones inconclusas.
Esto ocurre porque no damos una respuesta completa, vivida (sin censura) desde nuestro fondo natural, dentro de nuestra mente quedan una serie de ideas, emociones, energía vital en forma de protesta, resentimiento, deseos, ideas buenas, aspiraciones, pero quedan dentro, la censura no deja que salgan, esto hace que haya una serie de situaciones que han quedado interrumpidas interiormente, a medio vivir, estas situaciones empujan desde dentro para acabarse de vivir, porque lo natural es la vida total, cuanto más adultos nos hacemos mayor es el esfuerzo que ha de hacerse para evitar que salgan, cuanto mayores reflexiones tengo con mayor tensión vivo, porque el esfuerzo para que no salga es el que crea la tensión mental, emocional y física. No tendré acceso al fondo mental, sino vació, sino liquidó todas esas cuentas pendientes del interior.
¿Cómo limpiar?
En lugar de decir NO a la situación (censura, contracción), yo le digo SI (apertura). Viendo la necesidad de vivir toda mi verdad, digo sí a la situación. Gesto interior en que yo acepto vivir aquello que está pendiente, sea agradable o desagradable, por una exigencia de vivir toda mi verdad.
En la misma situación tranquilidad del ejercicio anterior, evocar una situación que recuerdes más dura (la más antigua, la más profunda), que ha dejado en ti una carga, un peso que está lastrando toda tu vida. Estando muy consciente, permitir que la situación adquiera toda la fuerza que tenía en aquel momento. Sentir, no sólo recordar, al sentir se tendrá una tendencia o a cerrar o reaccionar en contra, que es lo que hemos hecho siempre, estando alerta digo ¡NO!, no quejarme, no agredir, no cerrarme y huir, vivir la situación y aceptar el malestar que produce, aceptar la realidad tal como se guardó dentro (puede ser muy difícil), en la medida en que pueda aceptar vivir eso, al permitir sentir todo, sin reaccionar, llega un momento (después de pasarlo mal, viviendo este malestar a fondo) este malestar desaparece, porque se liquida, al vivirlo desde el fondo, el fondo absorbe y liquida la idea, carga emocional y dolor de esa experiencia (cómo una ola del mar).
Ejercicio: Aceptar vivir aquellas situaciones que no hemos acabado de integrar, como imagen, sentimiento, dolor, placer, lo que sea y si yo admito eso, lo que está retenido dentro, se diluye en el fondo definitivamente. Es importante aceptar la situación sobre todo en el aspecto del sentir. Notarás que se ha asimilado del todo porque si, más adelante, evocas la situación, pero permaneces en paz y tranquilidad, si por el contrario sigue despertando resentimiento, alteración, significa que esto no está totalmente absorbido por el fondo.
Hacer ejercicio de 10m (por cada situación que quieras liquidar, buenas y malas), y luego olvidarlo.
Limpiar el inconsciente es limpiarlo de todo, igual que nos quedamos pegados a lo desagradable, también lo hacemos a lo agradable. Hay que limpiar lo agradable, cuando hemos tenido experiencias en las que nos hemos sentido bien, queda registrado como algo que queremos vivir otra vez, vivimos añorando, queriéndolo vivir de nuevo. También hay que liquidar todo lo agradable a lo que queda uno atado (muchas personas se pasan la vida intentando repetir hechos agradables o logros). El pasado no existe, por muy bueno que fuese, hemos de estar libres, disponibles para vivir la realidad en el presente, quitar ese lastre, de la misma forma que quitamos lo negativo: viviendo muy conscientemente, permitiéndonos sentir sin teorizar, hasta que queda diluido en el fondo.
7. Ejercicio de centramiento. Poner toda la atención e interés en uno mismo, en quien está haciendo la cosa (no en la cosa en sí misma), por ejemplo: en un ejercicio de respiración, fijar la atención en el sujeto que respira. Lo esencial no es lo que hago, es el sujeto que lo hace, el sujeto es más que las ideas que tiene y que lo que siente…).
Toda la vida gira alrededor de algo, el foco del yo mismo, fijo y estable. El sentido de la existencia eres Tú, no hay un sentido extraño a ti, tú eres el que da sentido, o no, a las cosas, de donde sale toda noción de sentido eres tu (y de significado y de amor y de felicidad y de realidad y de voluntad).
Ver que todo (vida) fluye de uno mismo, y si se toma el trabajo de mirarlo a fondo, uno se da cuenta de que esa fuente es lo realmente fundamental, la fuente de la que fluye mi vida.
Ejercicio in situ: escuchar y mirar de un modo más deliberado, más consciente, dándonos cuenta de que soy yo el que atiende, sabiendo que soy yo el que escucha, el que mira, el que siente y ver que hay un alguien, una zona desde dónde se dirige la atención.
Dedicar tiempo a estar en el Yo que contempla el sentir del respirar, lo importante es el yo que se da cuenta del sentir del respirar, un vigía lúcido de lo que pasa. Contemplar la sensación de energía y paz que la respiración produce, y darse cuenta de que eres tu quien está contemplando y gozando de esto.
Procurar no imponer con autoridad (quiero no pensar esto y no en lo otro) por el contrario pon afecto e interés, simpatía, gusto, suavidad a aquello que quieres, entonces todo tiende a obedecer, pero si impones con autoridad se producirá la reacción inversa (ejemplo de querer dormir, el mismo hecho de querer dormir, inhibe la energía que impulsa al sistema de dormir).
Actuar del mismo modo con niños rebeldes, si a un niño que tiene la tendencia a la rebeldía le impones por autoridad, sentirá la absoluta necesidad de oponerse. No imponer nada, sugerir, amar, aceptar a la otra persona y desde ahí, sugerir. Así hay que tratar el inconsciente (al fin y al cabo, el inconsciente es el niño que no ha madurado).
8– Una de las facetas más importante de nuestra existencia es nuestra relación con los demás. Es en la relación con los demás cuando se forman todos nuestros problemas, es en la relación con los demás cuando más nos alienamos de nosotros mismos. Y es utilizando la relación con los demás como pretendemos solucionar los problemas, o al menos, los síntomas de los problemas. Es en la relación con el exterior donde se forma la idea de si soy bueno o malo, listo o torpe, es de los demás, este juicio que yo acepto.
En la medida en que me siento, angustiado, solo, desvalido, etc., es en los demás dónde buscaré: soporte, consuelo, serenidad. En relación a los demás se elabora toda la problemática del hombre.
La relación con el otro no puede ser distinta al nivel en que yo estoy funcionando, si yo estoy funcionando como personaje, trataré a los demás como personajes a mi servicio y es imposible cambiar esto. En la medida que yo esté conectado con mi yo experiencia, viviré y trataré a los demás con realismo concreto y no con valores supuestos ni interpretaciones.
Si soy capaz de vivir a los demás desde mi yo profundo, podré tratar a los demás con completa libertad. Cuando funciono como personaje trato a los demás juzgándolos como ampliación de mi propio personaje. El personaje siempre es, estoy viviéndome desde un yo idea infantil y estoy intentando/deseando llegar a un yo ideal, por lo tanto valoraré y admiraré a las personas en función de este modelo ideal y que vayan a favor de este modelo ideal y tenderé a rechazar las personas que nieguen ese modelo ideal o que refuerzan ese aspecto negativo de mi yo ideal, es una proyección mecánica, inevitable con la que hemos funcionado toda la vida (me caerá bien la persona que me haga sentir más afirmado, más abierto, más seguro; me caerá antipática la persona con la que me sienta juzgado, criticado,… por eso queremos mejorar nuestra relación con los demás, el trabajo es despertar a uno mismo, vivirse uno mismo como realmente es, pretender cambiar las relaciones humanas sin cambiar el modo de vivirse uno mismo, es imposible.
Cómo trato a los demás es la proyección de cómo yo me relaciono conmigo mismo. La clave de la relación humana sigue siendo uno mismo.
La relación humana es un medio para descubrir lo que soy, pero que no había reconocido. Todo lo que percibo en otras personas es un aspecto de mí mismo, todo aquello de lo que soy consciente es un aspecto de mi consciencia, es algo que yo soy, pero al estar fuera del yo, no lo reconozco como propio.
Relacionarme con los demás es relacionarme con partes de mí no reconocidas, cuando llego a comprender al otro y llego a amar al otro, y llego a unificarme con el otro estoy siendo más yo mismo. Los demás me ayudan a despertar y reconocer mi totalidad. Y ese es el sentido del crecimiento en la relación con los demás.
Y en ese sentido se puede medir el grado de crecimiento que uno ha alcanzado, ¿en qué medida estoy viviendo en base a simpatías y antipatías? ¿Qué tipo de personas rechazo? ¿Qué es lo que yo veo en general en las personas? En esto tendremos un test proyectivo de cómo te estás viviendo a ti mismos.
Todo aquello que yo acepto, comprendo, amo, lo integro en mi propia forma de existir, es un despertar, crecimiento, una expansión de mi propia conciencia. En la medida que amo más, acepto más a alguien, soy más la totalidad. Todo lo que rechazo, es una parte de mí que rechazo. Toda persona con la que tengo un conflicto y lo mantengo, es una división que estoy estableciendo en mi propia consciencia total y solo puedo reunificar mi consciencia total, cuando soy capaz de reconciliarme, armonizarme (significa, reconocer, amar, aceptar al otro) sinceramente con el otro, no por un deber moral, sino por una exigencia de lo que es la verdad profunda. Todo aquello que yo rechazo, me opongo o tengo miedo es una mutilación a mi propia consciencia de totalidad.
Relación humana es un espejo de cómo estamos viviendo. Todo tipo de personas que rechazo, indica que tipo de cosas estoy rechazando en mí.
Cuando más me descubro como foco de energía, felicidad y no como una forma particular de pensar, sentir y hacer, más veo lo maravillosa que es cada persona, cómo es, en cambio cuanto más vivo como forma particular, más estoy dividiendo a las personas en los que van a favor y los que van en contra.
La relación humana es un test y una escuela para ir despertando.
En el momento que vivo lo que soy, dejo de vivir para conseguir cosas, dejo de usar al otro para que me de afecto o me escuche, o me dé seguridad, o me de confirmación de mi valor. En la medida que vivo la realidad mía, la energía, la felicidad y la comprensión, el otro es un medio al cual yo expando la comprensión, el amor, la energía.
El sentido de la relación humana es llegar a vivir en la unidad detrás de la multiplicidad, permitir que las diferencias existan plenamente, pero a la vez ser capaz de aceptar estas diferencias, porque estoy viviendo lo que hay detrás de las diferencias (energía, amor, felicidad).
La relación humana ha de basarse en la realidad, no en un deber moral de ser bueno
El problema no está nunca con el padre, madre (o sociedad) que están fuera, si tú no te liberas interiormente no podrás liberarte fuera. Todo empieza por nuestro interior, llevamos a toda la familia, a todo el universo dentro, hay que liberarse desde dentro. Si me paso la vida con lamentos, quejas, resentimientos, el exterior no puede solucionar nada, sólo es una manifestación de lo que vivo en el interior.
Nota de cierre: pido disculpas por la simplicidad de esta guía, como te comentaba al principio, he querido compartir un contenido que estaba trabajando para mí mismo. Si os interesa profundizar os recomiendo que vayas directamente a las fuentes originales.
2 comentarios
Es muy bueno este texto, me ha resonado todo, felicidades, habeís captado muy bien el resumen de mi vida, todos se tendrían que hacer este autoconocimiento con ayuda profesional pero antes de los 20 años.
Hola Raul,
«Nunca es tarde para tener una infancia feliz”, decía Milton Erickson (creo que hay un libro). La buena noticia es que ahora que somos adultos la responsabilidad cae de nuestro lado, no sirve responsabilizar a otros, ahora las riendas las tenemos nosotros, no es un camino sencillo pero es nuestra responsabilidad aceptar, perdonar para reconstruir y reconciliarnos.
Un saludo